Posteado por: tornerosdelavalderia | 28 marzo, 2008

La trucha

La trucha, dentro de la familia de los salmónidos, es del orden de los clupeiformes, y existe una gran variedad de especies y subespecies. La trucha es un pez de suaves escamas, de librea salpicada de bonitas pintas de varios colores, según el lugar donde viva, posee recias mandíbulas, y en los machos adultos la punta de la mandíbula inferior está doblada hacia arriba. Está particularidad se acentúa hasta tal punto en algunos casos, especialmente en los individuos más viejos, que el animal llega al extremo de no poder cerrar la boca. Todo esto unido a un sentido de la vista muy desarrollado y a unos fenomenales mecanismos de ataque la convierte en un pez muy voraz.

TuchaHábitat

La trucha prefiere las aguas de los arroyos cuyas orillas están bordeadas de hierba, las orillas arcillosas y de guijarros.

El hábitat por excelencia de estos salmónidos lo constituyen los pequeños torrentes de montaña. En ellos encuentran el lugar ideal, especialmente en las hoyas que se forman al pie de las cascadas.

Hay que tener en cuenta que las truchas remontan la corriente, del valle hacia la montaña. Asimismo las barreras que se forman con grandes piedras, cuando cortan transversalmente los cursos de agua, son lugares idóneos en los que la trucha está presente. Otros puntos preferidos por la trucha, en los torrentes, pueden ser los rápidos, las curvas anchas de los cursos y las ensenadas. En los ríos, la trucha precisa que las aguas sean ricas en oxígeno, lo cual requiere unas aguas sumamente limpias, aunque la trucha arco iris se adapta a aguas más pobres. También se requiere que el clima sea suave o frío, a fin de que la temperatura del agua no sufra grandes variaciones. Los ríos que se deslizan por extensos prados en los cuales el agua pierde su agresividad y se desliza mansamente suelen ser abundantes en truchas debido a que sus orillas son pródigas en coleópteros, gusanos y toda clase de insectos y, por lo tanto, ricos en alimentación.

Ciclo de vida

La trucha común efectúa el desove entre los meses de noviembre y enero, que en ocasiones se prolonga hasta la primavera y en el transcurso del cual la hembra pone de 200 a 2000 huevos. La hembra deposita los huevos en el fondo del curso de agua y luego el macho los riega con su esperma; a continuación recubren los huevos con grava fina para evitar que se los lleve la corriente. Esté numero de huevos permitiría una rápida repoblación de los ríos si no se vieran afectados por las alteraciones de la temperatura, las crecidas, la contaminación de las aguas y el consumo de los huevos por parte de los demás peces, incluyendo a la misma trucha (aunque cuando llega el momento de la freza, el pez pierde el apetito y no come). Una vez se ha efectuado la puesta, la trucha se aleja del frezadero, dejando a los huevos para que realicen su crecimiento. El periodo de incubación oscila entre los 45 días y dos meses tras lo cual nacen los llamados alevines, que al principio viven en los riachuelos donde ha nacido para más tarde trasladarse a aguas más profundas. El primer año, el alevín oscila entre los 6 a 7 cm. y ya tiene las mismas costumbres que los adultos, siendo esto la causa de que los pescadores las capturen con frecuencia y deban devolverlas al río procurando no causarles daño alguno. La ley ha establecido una medida de 21 cm. para que puedan ser capturadas.

Localización de la trucha

En los ríos de montaña, de corriente rápida, es relativamente fácil determinar donde la trucha ataca el cebo o señuelo. En los ríos más caudalosos y profundos, generalmente en las riberas o valles bajos, donde la corriente es menos impetuosa, es más difícil localizar los puestos de caza de la trucha.

En general, la trucha se encuentra siempre en aquellos sitios donde una disminución de la velocidad de la corriente forma un remolino tras el cual el agua está tranquila y serena. Esta disminución de la fuerza de la corriente está producida por un obstáculo cualquiera que se halle en el fondo el río. Con frecuencia, los cursos de agua presentan grandes rocas que emergen fuera del agua, como un pequeño islote en medio del río; otras veces, esas rocas se encuentran junto a la orilla. Cuando el islote está en el centro del río, la corriente, al chocar con él, se divide en dos partes, pasando el agua por sus lados.

En primavera cuando los ríos llevan mucha agua, la trucha, en estos sitios, no puede soportar la fuerte corriente y se sitúa dentro del obstáculo o más abajo, donde ha perdido ya mucha de tal fuerza. En cambio en verano, en pleno estiaje, la trucha estará la cabeza del islote para recibir la frescura de la corriente, o en uno de sus lados donde pueda disfrutar de la sombra.

Otras veces, el río forma un cerrado recodo y en tales sitios la fuerza de la corriente excava una de las márgenes, formando como una cueva que se prolonga a lo largo de la curva y que es uno de los sitios preferidos por la trucha. Lancemos el cebo allí donde el agua está más serena, y de esta cueva saldrá rápidamente una trucha en busca de la comida.

El río puede tener también un lecho desigual, lleno de agujeros y de excavaciones irregulares; estos sitios son igualmente muy buscados por la trucha.
Hay, además, ríos muy pedregosos, con grandes guijarros; la trucha suele elegir esas piedras y, cuando caza, está delante de ellas y, cuando reposa, se halla mismamente detrás, donde el agua es más serena.

Si en estos ríos pescamos a la cucharilla tendremos buen cuidado de que esta no tropiece con las piedras, sino que más bien las sortee, haciendo evolucionar el señuelo; pues si la cucharilla choca con la piedra, cambia de ritmo, lo que es suficiente para que la trucha ya no entre.

Si el río tiene grandes tabladas, lo que es muy bueno para la mosca ahogada y la seca, se recorrerá con el cebo artificial toda la tablada, insistiendo cerca de las plantas acuáticas que emerjan a la superficie y explorando con más cuidado las márgenes.

En la pesca de la trucha tiene mucha importancia conocer bien el río. No todos son iguales. Hay ríos que discurren por valles angostos, entre escapadas montañas, con aguas limpias y caudal abundante, su lecho es pedregoso y forman numerosos pozos y pequeñas cascadas con aguas hirvientes y espumosas; estos son los típicos ríos de cucharilla y cebo natural. En cambio, hay otros, más o menos profundos y de fondos menos accidentados que discurren por anchos valles, formando suaves meandros primero y amplias tabladas después; son los ríos propios para la pesca con mosquito ahogado o mosca seca. No quiero decir que no se pueda pescar a cebo en estos últimos, como tampoco que en los propios de cucharilla y cebo no se pueda pescar a pluma o mosca ahogada, si no que se pesca en ellos mejor con eso que con otra cosa.

Por otra parte, los ríos cambian todos los años con las grandes crecidas, y aunque esos cambios no sean fundamentales, tienen sin embargo su importancia para la pesca, pues hace que unos años se dé mejor en unos sitios distintos que los del anterior.

Los ríos pueden presentarse con aguas altas, medias o bajas. Se pesca mejor con aguas medias. Todos los extremos son malos; tanto la mucha agua como la poca no son, en general, buenas para la pesca.

Tampoco lo son el mucho frío o el mucho calor.

Asimismo, influyen en la pesca los cambios de nivel del agua. En los dos regulados por centrales eléctricas al pie de los embalses, suele ocurrir que el nivel suba o baje varias veces dentro del mismo día. Esto es ciertamente nefasto; la trucha se retira con esos cambios de nivel y está como desconcertada.


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